martes, octubre 24, 2006

¿De verdad queremos luchar contra la pobreza de esta manera?

El martes 17 se celebró a nivel mundial el día internacional contra la pobreza... anoche centenas de riojanos marcharon a ritmo de batucada por las calles de Logroño. Así como en muchas otras ciudades españolas, europeas y del resto del mundo. Es la sociedad civil mundial que se junta, se organiza, se informa, se moviliza y entiende que las cuentas no cuadran. El 15% de la población mundial sigue viviendo con el 80% de los recursos de este planeta y el restante 85% de la población está obligado a conformarse con las migas que los llamados países desarrollados les dejan por el camino. Pero en el año 2000, los gobiernos de todo el mundo pensaron que había llegado el momento de hacer algo. Antes sus ojos todavía veían las manifestaciones de Seattle pero sobre todo la década más oscura de la economía neoliberal: los oscuros años noventa, cuando la mano invisible levantaba evidentemente un sólo dedo...
La declaración del Milenio estableció ocho metas a cumplir parcialmente en el año 2015: a la fecha pocos países han sido capaces de lograr algunos de estos objetivos. Es por esta razón que se creó el movimiento “Sin Excusas” que pide a los gobiernos del mundo de cumplir con sus promesas lo más rápido posible, sobre todo porqué si seguimos así no habrá ningún mundo, tampoco otro posible. Hay que actuar ahora, porque otro mundo no es solamente posible, sino sobre todo urgente, muy urgente. Niños se mueren de hambre en países que son grandes productores y exportadores de carne y cereales, mientras que otros niños comen alegremente esperando la próxima Navidad, que sin duda alguna traerá el último modelo de móvil. Hombres y mujeres comprando en los supermercados del “primer mundo”, felicitándose por haber alcanzado la última superoferta de plátanos. Estos hombres y estas mujeres no saben que en Nicaragua, Honduras o Colombia como en toda América Central los bananeros, hombres y mujeres que no llegan a los 60 (ni a los 50), son obligados a trabajar con un sueldo ridículo, sin derecho a tener un sindicato, mientras que los aviones les echan encima cualquier cantidad de herbicida para que los consumidores blancos puedan llevar a la casa un plátano perfecto, curvo y amarillo como lo requiere Chiquita. Pero sobre todo sin derecho a tener hijos, porque estos herbicidas con el tiempo no les darán la posibilidad.
¿Podríamos nosotros europeos aceptar estas condiciones de trabajo? Claro que no, entonces ¿ por qué tendrían que aceptarlas los latinoamericanos? ¿Por qué nosotros seguimos manteniendo un nivel de vida que nos permite poseer más de un coche o más de un móvil por persona y el 80% de la población mundial no? ¿De verdad queremos luchar contra la pobreza de esta manera? Si seis mil millones de personas en el mundo vivieran como estamos viviendo nosotros habitantes del “primer mundo”, el planeta se acabaría en un instante.
Entonces, ¿qué soluciones hay? Quizás debemos mirar a la lucha contra la pobreza de otra perspectiva, la contraria. Empezamos a hablar de lucha contra la riqueza. Si es verdad que la riqueza se genera desde los recursos que tenemos en la Tierra, en este mundo sólo puede vivir un 15% de población rica si existe un 85% de la población subsistiendo con el resto. Lo mismo ocurre si lo pensamos al revés: ¿por qué hay tanta gente pobre en el mundo? Simplemente porque hay gente demasiado rica comiendo un plato que alcanzaría muy bien para miles o más. Si hay tanta pobreza es porque hay también demasiada riqueza. ¿Serían nuestros gobiernos de verdad capaces de implementar verdaderas políticas de redistribución del PIB? ¿Seríamos nosotros de verdad capaces de cambiar nuestros estilos de vida para permitir a los que viven con menos de un dólar al día de empezar una vida digna? O cuando termina la manifestación volveremos a la casa donde nos espera un blando sofá y nuestra mano, muy visible, se acercará al mando a distancia que, por fin, nos llevará al mundo fantástico que alguien creó para que no nos preocupemos de lo que pasa cerca y lejos de nosotros. ¿Somos capaces, o no? ¿A cuánto estamos dispuestos a renunciar para disminuir la pobreza?
Acabo de ver las noticias: una mujer muy guapa, con su pancarta a la mano contesta al periodista: “¡Basta ya! Es inaceptable que 35.000 mil personas mueran cada día de hambre”. Me fijo en sus gafas de sol... muy lindas, última moda... seguro que no cuestan menos de 100 euros.
Quizás la lucha contra la riqueza sea políticamente incorrecta, pero sería mucho menos hipócrita.
Marco Coscione

viernes, octubre 20, 2006

La micro y dos desconocidas

Nunca pude mirarte a los ojos. Ni siquiera llegué a conocerte. No hay certeza alguna, sólo un punto de inflexión y todo cambia. Nada tiene sentido alguno. Salí de mi casa tarde, como siempre. Demoré en salir por culpa de la tarde calurosa que tenía flojos mis movimientos y hacía que mis confusos pensamientos se pasearan con letargo entre las paredes de mi cabeza. Mientras yo me miraba en el reflejo de los vidrios de las micros que pasaban por el paradero, tú -tal vez- terminabas tu última clase en la Universidad o salías de casa o del trabajo a encontrarte con alguien.
Yo me subí a la 132 Macul Renca con desgano y agarré un buen asiento a la sombra al lado de un tipo guapo de terno oscuro. Abrí mi libro, ese de quienes sobrevivieron a sus propios fusilamientos y, como cada vez que lo leo, pude terminar una sola historia. El tipo de terno oscuro se paró y yo tomé su puesto. Diez de Julio se convertía en Irarrázabal. El que hasta entonces era mi lugar lo ocupó una joven de senos casi tan grandes como los míos con rasgos duros, morena, de voz fuerte. Una amiga se sentó en su falda y ella reclamó que le dolían las piernas. Yo cerré el libro.
Tú, supongo, emprendías tu rumbo a casa o al encuentro con esa persona. También te agobiaba el calor y el sol te quemaba el cuero cabelludo que tus mechas rubias no lograban proteger.
Las niñas a mi lado discutían por unos mensajes de texto que el “culiao” le mandaba incesantemente a una de ellas, pero cuyo destinatario era la otra. Yo las escuchaba atenta, tratando de entender una historia ajena, mirándole las manos a la mujer de senos grandes y voz ronca. Trataba de verle, de reojo claro, la manera en que movía la boca cuando pronunciaba unos garabatos que sonaban tan graciosos en su voz dura. Me puse los lentes, jugué con mis anillos y me pinté los labios, tratando de disimular que no quería perderme detalle de la conversación. Irarrázabal con Campos de Deporte.
Tú, al parecer, ibas sola. Camino a un lugar indeterminado que sin duda te tenía con prisa. Ansiosa. Me pregunto que pensabas mientras caminabas presurosa: En un hombre tal vez, en una cuenta por pagar, en que tenías hambre, en que querías llegar pronto y dejar de lado el pesado bolso verde que cargabas, en el calor, en sacarte el chaleco de hilo y tomarte un vaso de agua, en sexo, en música, en tus padres, en una de tus amigas que acaba de terminar con su pololo, en una mala nota, en un trabajo, en dinero… Irarrázabal llegando a Macul.
Las niñas a mi lado no lograban ponerse de acuerdo y yo miré por la ventana, hastiada de esa conversación sin sentido que ya no era divertida porque nunca logré establecer con claridad a todos los personajes.
Supongo que tú querías cruzar rápido y no te diste cuenta de nada. Yo no te vi cuando miré por la ventana, no sé por donde venías ni hacia donde ibas. Yo no escuché nada. En un momento todo se detuvo y el ruido bajó de intensidad como si presagiara que debía guardar silencio para lo que venía. Justo cuando la micro doblaba por Macul alguien gritó y la máquina se detuvo. El barullo volvió en cosa de segundos y un hombre sentado en uno de los primeros asientos gritó que habían atropellado a alguien. La gente se agolpó al lado izquierdo de la micro y la niña de voz ronca se paró a mirar. Nadie veía nada, hasta que una mujer se asomó por la ventana que está al lado del cobrador automático y gritó que estabas en el suelo. Se largó a llorar. El chofer se paró atónito y mientras la gente le gritaba que “qué onda weón, te piteaste a una cabra”, él también se puso a llorar. Nunca vi a un chofer de micro verse tan indefenso. Mientras estaba ahí parado, llorando, atónito, diciendo que él no quiso hacerlo, me di cuenta que tenía los ojos azules y que su camisa al tono los hacía resaltar.
No sé si pensé que necesitarías ayuda, o fue puro morbo, pero bajé de la micro corriendo y un par de personas me siguieron. Pasé por delante de la máquina, te busqué con la mirada y no te encontré hasta que te divisé debajo de la rueda trasera partida en dos, con uno de tus brazos doblado de mala manera, con tu pelo rubio cubriendo tu rostro, con tu boca que desbordaba los órganos que reventaron dentro tuyo. Nunca había visto a una persona partida en dos. Nunca había visto a una persona recién muerta. La rueda estaba sobre ti. Pensé que debían mover la máquina para que no te causaran presión. Vi tu chaleco de hilo con flores, tu bolso verde colgado de tu hombro ahora aplastado por la doble rueda de la micro. Vi tu bracito mal doblado y me dieron ganas de acomodártelo para que quedaras en posición de sueño y no de muerte. Me dieron ganas de sacarte el pelo rubio de la cara, acariciártelo por la frente y poder ver tus ojos. Me dieron ganas de sacarte de esa vitrina macabra y ponerte sobre el pasto para que durmieras tranquilita. Me dieron ganas de no haberme subido a esa micro y de que algo a ti te hubiera retrasado un poco. Me dieron ganas de llorar. Y fue eso lo único que finalmente hice. Mientras lloraba y te miraba, trataba inútilmente de marcar el número de los pacos. La gente que estaba a mi lado también lloraba. “Pobrecita”, decían. Tu piel blanca empezó a ponerse azul y tu bracito ni siquiera logró acomodarse. Llorando llamé a mis amigas para decirle de ti, de que acaba de conocerte en el momento de tu muerte. No sé como te llamabas y tal vez nunca lo sepa. No sé a donde ibas, qué soñabas, a quién querías, cuál era tu plato favorito, que música escuchabas, qué detestabas, qué te hacía vibrar, cómo pensabas morir. Me dio rabia el puto destino y pensé si últimamente le he dicho a mis padres que los amo, a mis hermanas, a mis amigos… pensé que yo podría haber estado cruzando la calle y en un segundo transformé tu muerte en un supuesto y me victimicé un poco. Me sentí increíblemente vulnerable. Luego volví a llorar pensando que diría la gente que te quiere cuando le avisen que absurdamente moriste bajo la rueda de una micro, que te partió en dos, que no te permitió ni siquiera protestar, o suplicar, o pedir razones.
Mientras no podía dejar de mirarte, me dije a mí misma que debo ser más precavida e inmediatamente después me puse a pensar en todo lo que quería hacer hoy y no hice. En que todo es impostergable, porque nunca voy a tener la certeza de que exista el próximo instante. Pensé en la intensidad de un momento. Pensé en que no sé nada. Todo esto es absurdo, incomprensible y sin sentido. Sólo sé que tú estás muerta y, ahora, yo estoy viva.

Marcia

Lenti Scure

Estoy participando a un sensillo concurso literario... son pequeños cuentos: los seis más votados por los lectores y por el jurado, harán parte de una publicación de la Fundación "Enrico Mattei"... mi cuento se llama "Lenti Scure" (lentes obscuras) y lo pueden encontrar en la siguiente página web: http://www.feem.culturefactory.it/culturexpress/elenco.php
El cuento es una de las microshistorias (reeditada por esta ocasión) que espero un día poder publicar en "Microhistorias: Santiago del Cile vista da volontari italiani"... ya veremos si lo consigo... ja ja ja
Bueno si quieren leer el cuento y votarlo les agradecería mucho! Bueno... está en italiano lo sé, pero igual se entiende!
Hasta pronto!
Marco

viernes, octubre 13, 2006

lucha contra la pobreza O CONTRA LA RIQUEZA?

jueves, octubre 12, 2006

nuevo recorrido...


Hola Marcia, hola a todos...
Hace dos semanas empezé una nueva aventura: he empezado un proyecto de Voluntariado Europeo (European Voluntary Service)... estoy trabajando en una ONG de Logroño (España). Se llama "Coopera" y hace proyectos de cooperación al desarrollo con países de América Latina y Africa, en educación sobretodo. Logroño es una ciudad pequeña, muy limpia, tranquila, verde... o sea nada que ver con Santiago. Pero algo con Santiago tiene que ver: por aqui pasa el Camino de Santiago... ya vale, es Santiago de Compostela pero siempre Santiago es!
Y como si no bastara ya he conocido a dos chilenos: un chico, un artesano que hizo la barra del Santo Remedio (Providencia), CACHAI ALE??? El santo remedio??? Nunca olvidaré...
Bueno y otra que es de Valpo... otro lugar que queda en mi corazón. Así que un poco de Chile todavía me persigue... ja ja ja
Bueno aquí tienen algunas fotos de la ciudad... son fotos de SLAVA, mi compañero de piso moldavo. Como yo no tengo digital, bueno aprovecho de la suya!

lunes, octubre 09, 2006

viva Pozzolo!

Antes de partir para España hice otro periodo de capacitación… un poco como hice antes del proyecto en Santiago, pero esto duró sólo un fin de semana. Igual aproveché para conocer a mucha gente y para comer mucho queso “parmigiano”, ya que estabamos en la muy famosa localidad de “POZZOLO”, cerca de Parma! Un recuerdo de estos días…